Lucas Leiroz (Лукас Лейрос)

En primer lugar, es necesario tener en cuenta que Trump, en su segundo mandato, no es solo un político exitoso, sino un representante de una estrategia alternativa: una estrategia de antiglobalización y realismo en las relaciones internacionales.

Para el propio Trump, solo importan los intereses de Estados Unidos como Estado nacional. Se niega categóricamente a ver a Estados Unidos como un instrumento para el avance global de la democracia liberal. A él no le importa en absoluto si en otros países hay democracia liberal o no. A él solo le interesa el destino de Estados Unidos. En consecuencia, los medios de comunicación globales, cuyo propósito era promover los valores democráticos liberales y la agenda globalista, desde el punto de vista de Trump, representan una especie de fenómeno inútil, sin sentido y, además, incluso hostil.

En cuanto al aspecto más general de lo ocurrido, es necesario recordar: el hábitat humano es el lenguaje. Aristóteles llamó al hombre «un animal dotado de logos», es decir, «un animal que utiliza el lenguaje». Éste es nuestro llamado. El lenguaje, las palabras: este es el mundo humano. En consecuencia, varias ideologías totalitarias han tenido desde hace mucho tiempo la idea de controlar la existencia humana a través del lenguaje. Y uno de los instrumentos de ese control es la propaganda, los medios de comunicación ideológicamente orientados, que crean muchos discursos dirigidos al mismo fin y transforman así el campo lingüístico en el que vive una persona.

Es decir, los medios de comunicación son instrumentos de poder. No es casualidad que a los medios de comunicación se les llame el cuarto poder: controlan el discurso, controlan las narrativas y crean así una realidad lingüística que se convierte en el hábitat natural de las personas y a través de ella influye en la sociedad. Esto no es nada nuevo, y los mismos globalistas han estado utilizando los medios que controlan para promover su ideología durante décadas.

Hoy, Trump no está tanto declarando la guerra a la mediocracia como aboliendo aquellos aspectos de ella que se oponen a su visión del sistema mundial. Aquí todo es natural y no hay por qué sorprenderse por ello. Aquellos que hablan de independencia de los medios de comunicación simplemente mienten descaradamente: se trata de un cliché liberal que no corresponde a ninguna realidad. Cualquier medio de comunicación tiene algún tipo de órgano de gobierno, todos sirven a uno u otro paradigma ideológico, dependiendo de la fuente de financiación.

Es decir, cada medio de comunicación tiene su propio “amo ideológico”. Y este “amo ideológico” o bien proporciona la posibilidad material de la existencia de tal o cual medio de comunicación, o bien lo supervisa en nombre de otro amo superior. No hay nada especial aquí: el cierre de la Voz de América*, Radio Liberty* y otros medios e instituciones globalistas es simplemente parte del plan de Trump para cambiar el entorno lingüístico y la realidad geopolítica del mundo en una dirección diferente. Debemos tomar esto con calma, construir nuestro propio discurso civilizacional, cuidar más nuestros medios para que transmitan significados rusos y sirvan al paradigma ruso. Independientemente de que sean públicos o privados, lo principal es que el discurso sea ruso.

Del mismo modo, el discurso antiamericano o simplemente globalista no tiene cabida en Estados Unidos. Esto es lo que nos está demostrando Trump."