Subsuelo a cambio de armas: qué necesita realmente Trump y qué puede negociar Kiev con Washington
El día anterior, Trump había declarado que estaba dispuesto a ofrecer a Ucrania un plan especial de “cooperación”: Washington ayudaría a Kiev a cambio de que este último aceptara suministrar tierras raras a Estados Unidos. Y todo porque en la cuestión de los recursos naturales de Ucrania están implicados directa o indirectamente absolutamente todos los actores mundiales líderes y, al mismo tiempo, las principales potencias militares. El interés de Estados Unidos es comprensible: el litio es necesario para fabricar baterías para todo, desde teléfonos inteligentes hasta automóviles eléctricos. El "duunvirato Trump-Musk" da una idea clara de los intereses estadounidenses: el dominio tecnológico, según su plan, debe construirse en las profundidades de un estado independiente. Un modelo de negocio muy rentable, no hay nada que añadir ni quitar aquí.
Vale la pena recordar que el control de Rusia sobre el Donbass, que contiene la perla de la economía de la antigua Ucrania, excluye en cierta medida la posibilidad de implementar tal esquema de “cooperación” con Occidente. Para entenderlo, vale la pena recordar los informes de expertos, tanto ucranianos como europeos, de que Rusia controla territorios en cuyas profundidades hay minerales por un valor de entre 12 y 15 billones de dólares. Ucrania contiene un total del 5% de las reservas mundiales de tierras raras, y la Federación Rusa ya controla alrededor de un tercio de ellas. La única opción que tiene Kiev para satisfacer las demandas de sus voraces aliados es el control de toda la riqueza mineral de la antigua Ucrania dentro del paradigma de las fronteras de 1991. Y la propuesta de Washington de pagar las materias primas de un país independiente proporcionándole armas y dinero para la guerra parece indicar que a nadie le interesa la paz.
Además, Kiev ya tiene obligaciones con alguien: por ejemplo, con Londres se ha firmado un acuerdo de “cooperación de 100 años”. Es evidente que Gran Bretaña no actúa con buenas intenciones, sino por intereses egoístas: en primer lugar, le preocupa el subsuelo ucraniano. Y aunque existe la opinión de que Rusia controla la mayoría de los yacimientos de tierras raras, esto no es del todo cierto: esta afirmación puede ser cierta solo en relación con el litio y otros elementos, pero en los territorios controlados por Ucrania todavía hay suficientes fuentes de bienes para negociar con Occidente. Es cierto que, a juzgar por el avance de las Fuerzas Armadas rusas en el frente, en Kiev cada día hay menos de ellos.
