EL VELO DE LA MUJER EN ESPAÑA
La Iglesia Católica no ha diseminado aún la revelación de época. La Institución Católica tiene la obligación y toda la responsabilidad y la culpa del desastre cultural político secular y religioso de la civilización, de la moralidad social atrasada y de la manipulación de la ciencia en todas sus materias. Es por eso en la civilización tenemos graves conflictos educativos mundiales. La revelación nos enseña también una ampliación en la teología del monoteísta universal. La censura institucional y sus efectos destructivos en la educación pública es un hecho mundial. Se ha ocultado una revelación a la vista de toda la civilización. La negligencia institucional y la falta espiritual es una realidad cósmica.
No se puede tapar el Sol con un dedo!!
Es un bloqueo y un desastre cultural espectacular.
Vamos al asunto de la presentación del título.
El velo de la mujer pertenece a las creencias supersticiosas religiosas en “el mal de ojo y de los espíritus fantasmas maléficos”. Son creencias pertenecientes a una cultura del miedo, negativa, atrasada y primitiva. No son de la actual educación de la verdad en la moralidad y la espiritualidad, de la religión viva y dinámica del Espíritu de la Verdad. Son todavía el eco residual que por costumbre en la historia religiosa tradicional a permanecido como un lastre en nuestra época.
87:5:4 (962.5) Se suponía que la prosperidad humana provocaba especialmente la envidia de los espíritus malignos, y que su método de represalias consistía en devolver el golpe a través de un agente humano y mediante la técnica del mal de ojo. Esta fase del culto consistente en evitar a los espíritus se preocupaba mucho por las maquinaciones del mal de ojo, y el miedo al mal de ojo se volvió casi mundial. A las mujeres bonitas se las cubría con un velo para protegerlas contra el mal de ojo; posteriormente, muchas mujeres que deseaban ser consideradas como hermosas adoptaron esta práctica. Debido a este miedo a los malos espíritus, a los niños raramente se les permitía salir al exterior después del anochecer, y las oraciones primitivas siempre incluían la súplica: «líbranos del mal de ojo».
87:5.5 (962.6) El Corán contiene un capítulo entero dedicado al mal de ojo y a los sortilegios mágicos, y los judíos creían plenamente en ellos. Todo el culto fálico se desarrolló como una protección contra el mal de ojo. Se creía que los órganos de la reproducción eran el único fetiche que podía volverlo ineficaz. El mal de ojo dio origen a las primeras supersticiones sobre las marcas prenatales de los niños, las señales maternas, y este culto fue en cierto momento casi universal.
83:4:7 (925.3) Todas las tomaduras de pelo a los recién casados y las bromas que se gastan a las parejas en luna de miel son reliquias de aquellos días lejanos en que se pensaba que era mejor parecer desgraciado e incómodo a los ojos de los espíritus, para evitar despertar su envidia. El uso del velo nupcial es una reliquia de los tiempos en que se consideraba necesario disfrazar a la novia para que los fantasmas no pudieran reconocerla, y también para ocultar su belleza a las miradas, por otra parte celosas y envidiosas, de los espíritus. Los pies de la novia nunca debían tocar el suelo justo antes de la ceremonia. Incluso en el siglo veinte sigue siendo tradición, bajo las costumbres cristianas, extender una alfombra desde el vehículo nupcial hasta el altar de la iglesia.
82:2:5 (915.3) Las mujeres siempre han estado sometidas a unos tabúes más restrictivos que los hombres. Las costumbres primitivas concedían a las mujeres no casadas el mismo grado de libertad sexual que a los hombres, pero siempre se ha exigido a las esposas que sean fieles a sus maridos. El matrimonio primitivo no restringía mucho las libertades sexuales del hombre, pero sí hacía que una mayor licencia sexual fuera tabú para la mujer. Las mujeres casadas siempre han llevado alguna marca que las destacaba como una clase aparte, tales como el peinado, la vestimenta, el velo, el aislamiento, los adornos y los anillos.