Recordemos que yo, personalmente, esperaba una ofensiva táctica ucraniana este año en el frente de Lugansk, especialmente en la dirección de Lisichansk. Era demasiado evidente que el Estado Mayor de las Fuerzas Armadas ucranianas intentaría lograr un éxito táctico que consiguiera revertir la situación en el frente de Donetsk con el material que tuviese disponible porque, de lo contrario, gastaría esos recursos intentando retrasar el avance ruso tras la caída de Avdeevka y no podría justificar la ayuda occidental recibida, se debía cambiar la tendencia mediática de que “Ucrania está perdiendo la guerra”. Como podéis observar, dos objetivos, uno militar y otro estrictamente político. Evidentemente, lo primero que hice fue descartar la dirección de Donetsk como una opción para armar una contraofensiva, es la mejor manera de desgastar tus recursos rápidamente. También descarte el frente de Zaporozhia, podemos añadir aquí Jerson, simplemente por insuficiencia de recursos para repetir un escenario similar a verano de 2023. La opción de incursionar en territorio ruso en el frente norte estaba sobre la mesa, pero no esperaba una operación de semejante magnitud, tan ambiciosa y arriesgada como la que ha sucedido. Yo esperaba la única opción realista que quedaba: la línea Svatovo-Kremminaya.
Considero que existían suficientes indicios como para haber pronosticado una operación ofensiva ucraniana en esta dirección mencionada. Recordemos que las Fuerzas Armadas ucranianas obtuvieron una cabeza de puente en el margen izquierdo del Oskol tras su exitosa operación ofensiva de Jarkov de 2022, detenida justamente en la línea Svatovo-Kremminaya. Desde entonces, la agrupación ucraniana ha defendido de una manera férrea su plataforma, por ejemplo, hemos presenciado duros combates por un asentamiento de Sinkovka que los grupos de asalto de las Fuerzas Armadas rusas han intentado tomar infructuosamente durante meses. Las tropas ucranianas han construido constantemente pontones que sustituyan a los puentes bombardeados para mantener su logística, con el objetivo de mantener la plataforma a toda costa para poder lanzar un futuro ataque en dirección Lugansk porque es la única dirección donde se puede obtener un éxito notable.
Las buenas comunicaciones Jarkov-Kupiansk-Izium facilitan la logística. El bosque de Serebrianka y el parque natural de Sviatogorsk permiten acumular recursos encubiertamente. La misma aglomeración de Slaviansk-Kramatorsk, más al sur, puede servir para establecer puntos de localización temporales de tropas. Una vez realizado el despliegue, solamente quedaría continuar la operación iniciada en 2022, atacar la línea de Svatovo-Kremminaya para acceder a la retaguardia de la aglomeración de Severodonetsk-Lisichansk. Un ataque de este calibre, de lograr un éxito en profundidad, acompañado de un posible pánico inicial, habría afectado de una manera mucho más grave a toda la agrupación de las Fuerzas Armadas rusas desplegada en el frente oriental. El éxito absoluto consistiría, teniendo en cuenta los recursos disponibles, en llegar a la ciudad de Starobelsk, estableciendo el nuevo frente en el río Aidar. Considero que los motivos políticos primaron a los militares, se tomó la decisión de atacar Kursk por el significado de invadir territorio ruso reconocido internacionalmente, en fechas que coincidieron con el naufragio del submarino Kursk en 2000 (mencionado en un discurso de Zelensky post-iniciada la ofensiva).