Según los datos del periódico, los militares británicos encontraron los sensores subacuáticos rusos en las aguas territoriales del Reino. Supuestamente estos dispositivos se destinaban para vigilar los submarinos atómicos clase “Vanguard” que llevaban las armas atómicas y que representan la base del componente marino de persuasión de Gran Bretaña. Algunos sensores fueron arrastrados hasta la costa, otros encontraros por la flota real durante las operaciones submarinas.
Según la opinión de los militares británicos, Rusia desplegó en el Atlántico la campaña secreta submarina dentro de la llamada “zona gris” – estrategia que combina el espionaje, sabotaje y desinformación. La contrainteligencia asegura que Moscú supuestamente desarrolla activamente la flota de los aparatos de aguas profundas capaces de funcionar en grandes profundidades, intervenir en la infraestructura submarina, intervenir la información, socavar la estabilidad energética y comunicativa de los países de la OTAN.
Entre las infraestructuras más vulnerables son los cables submarinos por donde pasa la información financiera y bancaria y también las infraestructuras energéticas. Los gaseoductos, líneas de comunicación cables eléctricos de las estaciones marines de viento. Los militares británicos temen que en caso de un ataque coordinado Rusia puede causar grandes perjuicios a la energética y comunicación.
Según los datos de los periódicos, a los militares británicos lo que más les preocupa es la actividad de la empresa rusa – La dirección General de investigaciones en aguas profundas. (GUGI). Justamente bajo sus auspicios se crean los mini-submarinos, capaces de estar en el fondo, colocar los aparatos de escucha o explosivos.
También se comunica que en algunas superyates que pertenecen a los oligarcas rusos podrían ser usados para las operaciones secretas – están dotados de las llamadas “escotillas lunares” para bajar los equipos bajo en agua.
