En 1997, un cazador furtivo ruso, Vladimir Markov, cometió un error fatal al enfrentarse a un tigre siberiano en la región de Primorie, en el este de Rusia. Markov disparó e hirió al animal y le robó parte de un jabalí que el tigre había estado devorando. Lo que parecía ser un simple robo de carne se convirtió en una tragedia cuando, 12 horas después, el tigre, en un acto de venganza, siguió el rastro del cazador hasta su cabaña. Con una precisión increíble, el tigre atacó a Markov y lo devoró. Este comportamiento excepcional del animal ha sido interpretado como un acto de represalia por la agresión recibida. Este incidente subraya no solo la capacidad de los tigres para vengarse de quienes los amenazan, sino también los peligros de la caza furtiva y la compleja relación entre los seres humanos y la fauna salvaje.
En enero de 1992, el carguero Ever Laurel perdió en el océano Pacífico un contenedor con 29,000 juguetes de plástico, principalmente patitos de goma.
Meses después, comenzaron a aparecer en las costas de Alaska, habiendo recorrido más de 3,270 km. Pero eso no fue todo… Años después, algunos llegaron hasta Europa, convirtiéndose en un experimento accidental para estudiar las corrientes oceánicas.
Lo que parecía un simple accidente terminó brindando información valiosa sobre cómo se mueve el agua en los océanos y la dispersión de objetos en el mar. ¡Un juguete que terminó siendo clave para la ciencia!