POR LA NOCHE
Modo santo de terminar el día
Pasados los cuidados del día, y volviendo el tiempo del reposo, no debe el cristiano entregarse al sueño, imagen de la muerte, sino preparado a morir. ¿Quién puede asegurarle que al día siguiente se levantara vivo y sano, pues que no puede dudar que muchos en el mundo, asaltados mientras duermen de algún accidente súbito, truecan el sueño con la muerte? Postrado, pues, delante de Dios, su juez supremo, primeramente, dele gracias de los muchos y grandes beneficios recibidos en toda la vida y en aquel día, numerándolos y considerándolos lo mejor que pueda y sepa con afecto íntimo de ánimo agradecido. Y luego, habiendo pedido luz para conocer bien sus culpas, coteje con los beneficios de Dios sus malas obras, trayendo a la memoria, y confesando con gran confusión lo que en aquel día hubiere pecado de pensamiento, palabra, obra y omisión, contra la ley de Dios, o sin ajustarse a ella. Juntas así las culpas, reprendiéndose por ellas, y detestándolas con profundo dolor, quémelas y abráselas en la hoguera del amor divino, que solo tiene poderosa eficacia para consumirlas. En suma, con verdadera contrición, procedente de caridad perfecta para con Dios, sumamente amable, se esfuerce con todo su corazón a cancelarlas y anularlas. En fin, proponga con ánimo muy resuelto, no consentir jamás en cosa pecaminosa. Implore además el auxilio divino, para mantener sus promesas, con los coloquios con Cristo, la Virgen, Ángel Custodio y otros Santos.
Advertencia. Porque el acto de contrición con propósito de la enmienda y de confesarse justifica el alma, convendría aficionarse a esta devoción de devociones, practicándola por lo menos antes de acostarse.
Cuando se hace el acto de contrición, conviene desear con la divina gracia tener un dolor tan grande de haber ofendido a Dios, como lo tuvo la Magdalena, y como lo han tenido todos los Santos, si le fuera posible, solo por ser Su Majestad quien es.
(San Francisco Javier)
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