La muerte en Safo de Mitilene
Aristóteles, citando a Safo (Ret.1398b), dirá: “Como dice Safo, la muerte es un gran mal y los Dioses lo han juzgado así: porque ellos no mueren.” (ἢ ὥσπερ Σαπφώ, ὅτι τὸ ἀποθνῄσκειν κακόν· οἱ θεοὶ γὰρ οὕτω κεκρίκασιν· ἀπέθνησκον γὰρ ἄν)
¿Por qué la muerte es un mal? ¿Y por qué los Dioses la juzgan como tal? Es importante resaltar el sentido 'estético' y 'ético' de κακός. El término, especialmente en el contexto de un poeta, no solo implica un mal moral, sino también una fealdad o inutilidad. Si lo contrastamos con καλός, entendido como noble belleza en su pleno sentido, podemos captar una cierta polisemia en la que la muerte no solo es un mal, sino también el no-ser en tanto deficiencia. Y no es que sea “malvada” per se, sino que marca las lindes de lo perecedero. En contraste, los Dioses, inmortales por naturaleza, al no morir, determinan, por ser el principio de determinación, como la muerte misma queda asociada con la alteridad de lo Divino, con lo inferior, transitorio y carente de plenitud Divina.
Por otro lado, el verbo κεκρίκασιν (“han juzgado”) no implica aquí una elección o una discriminación activa entre ser y no-ser, entre lo bueno y lo malo, sino un juicio tácito, dado, contenido en la naturaleza misma de lo Divino. Es porque los Dioses son inmortales que la muerte aparece como un defecto, ajeno a la perfección de su existencia absoluta.
Desde esta visión, la muerte es únicamente la muerte de lo mortal, es decir, afecta solo a aquello en los seres que no posee plenitud de ser, a aquello que, en sentido estricto precisamente no son. Los Dioses no rehúyen la muerte; simplemente, no participan de ella. Su orden, que no implica cambio ni acontecimiento alguno, permanece ajeno a la muerte. En cambio, lo no-divino —por oposición dialéctica— es necesariamente mortal. No se trata, por tanto, de una deliberación entre el ser y el no-ser, sino de una diferencia ontológica fundamental, que nos impulsa a buscar aquello en nosotros que puede reconocerse como divino, bueno y eterno, sabiendo además que todo lo que es no es la muerte.