El profesor C. G. Jung hizo declaraciones sobre Hitler absolutamente extraordinarias:
«Hitler es un recipiente espiritual, una semideidad; aún mejor, un Mito. Mussolini es un hombre y, por consiguiente, en la Italia fascista todo tiene un carácter más humano que en la Alemania nazi, donde las cosas se dan por revelación. Como hombre, Hitler apenas existe. En todo caso, él desaparece detrás del rol... Yo he visto al Duce y al Führer juntos, cuando Mussolini devolvía la visita oficial. Tuve la buena fortuna de encontrarme a muy poca distancia de ellos y pude así estudiarles bien. Vi a Mussolini alegrarse como un niño con el paso de parada de los militares alemanes… En comparación con Mussolini, Hitler me dio la impresión de una suerte de armazón un andamio de madera cubierto con ropa, un autómata con una máscara, como un “robot”, o con la máscara de un “robot”. Durante la total ceremonia de la parada militar jamás sonrió; se mantuvo huraño. No mostró un signo humano. Su expresión era inhumana, la de un ser con un propósito continuo, sin sentido del humor. Hitler parecía el doble de una persona real, al igual que si Hitler, el hombre, estuviera dentro, como un apéndice, deliberadamente oculto para no perturbar el mecanismo».
«¡Qué extraordinaria diferencia entre Hitler y Mussolini! Con Mussolini uno siente que se encuentra junto a un ser humano. Con Hitler uno se espanta. Se sabe que jamás se podrá conversar con ese hombre; porque no hay nadie allí. No es un hombre, es una colectividad. No es un individuo; es una nación total… Mussolini puede encontrar un sucesor; pero no veo quien pueda reemplazar a Hitler».
-Miguel Serrano. El último Avatāra, p. 120