Roy Wegrzyn era piloto patagónico. No volaba grandes y veloces aviones de línea, sinó que durante 50 años piloteó los pequeños aviones del Aeroclub Esquel.
Persona sensible y observadora, notó que cada tanto algunos sectores de la desertica estepa patagónica parecían revivir. Los rios secos dejaban paso a oasis de pequeñas lagunas y árboles, florecientes de vida.
La curiosidad lo llevó, algunas veces, a aterrizar al lado de estos oasis e intentar dilucidar el misterio.
Vió un pequeño y perfecto dique formado por maderas. Sacó una. Apareció un castor, volvió a poner la madera donde estaba, golpeó enojado con la cola el agua, acompañado de una mirada de pocos amigos, y regresó a su madriguera en medio del agua, donde vivía con su pareja y sus dos pequeños hijos.
Los castores fueron una especie exótica, llevados por la Marina de Guerra a Tierra del Fuego. Los animales se escaparon y se reprodujeron.
Los científicos, tan dados a asustar, dijero que los castores iban a destruir todos los árboles de Tierra del Fuego, describieron un apocalipsis ecológico, y lograron que los gobiernos de Argentina y Chile decreten el exterminio de la especie.
Se pagaba mucho dinero por cada cadaver de castor.
Algunos castores lograron cruzar el brazo de mar que compone el Estrecho de Magallanes y entraron en el continente.
Creaban pequeños nichos, hasta ser descubiertos y asesinados.
Pero Roy observaba que los castores, lejos de ser un problema, revitalizaban los lugares deserticos.
Muchos rios se secaban en el verano, muriendo todas los peces, pero gracias a los castores y sus diques, los rios no se secaban, los peces sobrevivían, y había más comida para pájaros y agua para los árboles.
Roy expuso su idea. Dejen de matar a los castores. Los científicos lo ridiculizaron.
- A ver señor, ¿que estudios tiene usted?
- No he terminado la secundaria, pero soy muy observador, lector, y llevo decadas observando a poca velocidad y altura la patagonia.
-Ah, y para usted está bien introducir especies exóticas en un nicho ecológico.
- No, de hecho observé los daños que produjeron los visones, traidos de Europa, y liberados en el Lago Cholila. También la avispa chaqueta amarilla y la planta de Rosa Mosqueta causan daños.
Solo digo que resulta evidente que el castor tienen un efecto positivo en cuando a sostener la vida y la diversidad , y en hacer retroceder al desierto a los márgenes de los rios que se secan gran parte del año. La naturaleza es muy sabia.
Los castores ya están, llevan 80 años, solo les pido que analicen dejar de matarlos, y toda la patagonia saldra ganando. Solo acompáñenme en el avión y se los muestro.
Los expertos, apoyados por los libros, la academia, las universidades, y lo que ellos llaman "La ciencia" lo callaron. Se siguió gastando fortunas en intentar extinguir al castor. Afortunadamente, por su propia naturaleza, los Estados son ineficientes, y sobreviven escondidas algunas familias de castores.
Pero miles de kilómetros al norte, en Estados Unidos, otra gente descubrió lo mismo que Roy. Asi que en los últimos años se reintrodujeron castores en Texas, California, Arizona y en México, donde habian sido extinguidos hacía 200 años. El resultado fue espectacular, areas deserticas se convirtieron en bosques.
La increible soberbia, ceguera e incluso maldad pura de los denominados científicos, no es novedad para nadie.
En 2020 se decidió exterminar a todos los visones de Europa, pues según "la ciencia", portaban una cepa mortal del sars cov 2. Ya que el Sars Cov 2 jamás fue aislado, secuenciado, que no cumple con ninguno de los postulados de Koch, o sea, no existe, tampoco podía existir una cepa. Además, incluso si aceptaramos como hipótesis que exista, no habría manera de distinguir una cepa de otra.
Se mataron 15 millones de visones. A los que nos opusimos nos insultaron, ridiculizaron, amenazaron, denunciaron y censuraron.
Hoy, cinco años después, sigo esperando que el Gobierno de Dinamarca, impulsor de la matanza "sanitaria", me entregue los estudios de la cepa. Se los reclamé por vía legal.