El Eid al-Fitr, fin del Ramadán, metió a más de 4.000 personas hasta reventar el pabellón: rezos en la calle, puertas clausuradas y un mensaje claro: la comunidad musulmana se expande y no cabe. ¿Y la Agenda 2030? La gran culpable.
Este engendro globalista, con su mantra de "inclusión" y "diversidad", no es más que una excusa para imponer un mestizaje forzado que aplasta lo local. Bilbao, bastión vasco, se ahoga en esterillas y túnicas mientras la ONU y sus títeres aplauden su experimento. No te engañes: esto no es espontáneo, es un plan para diluir identidades y entregar soberanía a burócratas sin rostro.
La Agenda 2030 no busca integración, busca sumisión cultural bajo la bandera del progresismo enfermo. El Arena se queda pequeño, sí, pero el problema es gigante: una invasión silenciosa que los "progresistas" celebran y los ciudadanos pagan.
¡Abre los ojos, que esto no es fiesta, es colonización disfrazada!