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Huparxis

25.04.202515:03
La Ciencia de los entes primeros
El conocimiento no consiste en pretender conocer el máximo de cosas. Las cosas, como particulares, tienen cierto grado de incognoscibilidad dada su tornadiza naturaleza. Atender a conocer más de ellas -acumular el aparente conocimiento de muchas cosas- no equivale a sabiduría alguna. Ni siquiera conocer todas las sendas del alma orientada a las cosas particulares tendría finalidad alguna: "Aún recorriendo todo camino, los límites del alma no podrías encontrar, tan profundo logos tiene" dirá Heráclito -DK B45-.
Por ello la Ciencia Primera es conocer lo que causa lo causado, ocuparse por conocer el origen de aquello que ha originado todas las cosas, pero que en sí no tiene origen. Pues solo las causas contienen aquello que contiene el conocimiento de sus efectos. Por ello Aristóteles identificará la Ciencia Primera con el verdadero Conocer y la Teología -Met.1025b18-26a23-, añadiendo en su Órganon -AS 76a- lo siguiente:
ἐπίσταται μᾶλλον ὁ ἐκ τῶν ἀνώτερον αἰτίων εἰδώς· ἐκ τῶν προτέρων γὰρ οἶδεν ὅταν ἐκ μὴ αἰτιατῶν εἰδῇ αἰτίων. ὥστ᾽ εἰ μᾶλλον οἶδε καὶ μάλιστα, κἂν ἐπιστήμη ἐκείνη εἴη καὶ μᾶλλον καὶ μάλιστα
"Conoce más quien entiende las causas últimas; porque sabe a partir de las premisas primeras cuando entiende las causas incausadas. Por lo tanto, sabiendo más y mejor, su conocimiento es el de la Ciencia superior y más verdadera."
El conocimiento no consiste en pretender conocer el máximo de cosas. Las cosas, como particulares, tienen cierto grado de incognoscibilidad dada su tornadiza naturaleza. Atender a conocer más de ellas -acumular el aparente conocimiento de muchas cosas- no equivale a sabiduría alguna. Ni siquiera conocer todas las sendas del alma orientada a las cosas particulares tendría finalidad alguna: "Aún recorriendo todo camino, los límites del alma no podrías encontrar, tan profundo logos tiene" dirá Heráclito -DK B45-.
Por ello la Ciencia Primera es conocer lo que causa lo causado, ocuparse por conocer el origen de aquello que ha originado todas las cosas, pero que en sí no tiene origen. Pues solo las causas contienen aquello que contiene el conocimiento de sus efectos. Por ello Aristóteles identificará la Ciencia Primera con el verdadero Conocer y la Teología -Met.1025b18-26a23-, añadiendo en su Órganon -AS 76a- lo siguiente:
ἐπίσταται μᾶλλον ὁ ἐκ τῶν ἀνώτερον αἰτίων εἰδώς· ἐκ τῶν προτέρων γὰρ οἶδεν ὅταν ἐκ μὴ αἰτιατῶν εἰδῇ αἰτίων. ὥστ᾽ εἰ μᾶλλον οἶδε καὶ μάλιστα, κἂν ἐπιστήμη ἐκείνη εἴη καὶ μᾶλλον καὶ μάλιστα
"Conoce más quien entiende las causas últimas; porque sabe a partir de las premisas primeras cuando entiende las causas incausadas. Por lo tanto, sabiendo más y mejor, su conocimiento es el de la Ciencia superior y más verdadera."
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07.04.202515:06
Apolo asume contar
La búsqueda de lo inmutable compromete a establecerse allí donde se da lo constante. Así mismo, la aprehensión de la simpleza implica acabar con "la bestia policéfala (πολυκεφάλου) de la diversidad (ποικίλος)" -Rep. 588c- de lo que algunos llaman ego.
Y es que la parcialidad del yo hace que sea más justo hablar de una dispersión múltiple de yoes antes que de una unidad. De ahí que el autoconocimiento implique numerar (διᾰριθμέω) la única unidad que nos define radicalmente. Contabilizar se torna pues la forma en la que aprehendemos las diversas y fragmentarias formas de ser uno para desecharlas, pero también la práctica que revela la verdadera simplicidad que nos define.
"El ‘Conócete a ti mismo’ (γνῶθι σαυτὸν) se dirige a aquellos que, debido a la multitud de sí mismos, tienen como tarea enumerarse a sí mismos (διαριθμεῖν ἑαυτοὺς) e indagar, pues no saben —en su totalidad o en absoluto— cuántos y de qué clase son, ni tampoco qué gobierna ni qué son ellos mismos."
Plotino - En.6.7.41
La búsqueda de lo inmutable compromete a establecerse allí donde se da lo constante. Así mismo, la aprehensión de la simpleza implica acabar con "la bestia policéfala (πολυκεφάλου) de la diversidad (ποικίλος)" -Rep. 588c- de lo que algunos llaman ego.
Y es que la parcialidad del yo hace que sea más justo hablar de una dispersión múltiple de yoes antes que de una unidad. De ahí que el autoconocimiento implique numerar (διᾰριθμέω) la única unidad que nos define radicalmente. Contabilizar se torna pues la forma en la que aprehendemos las diversas y fragmentarias formas de ser uno para desecharlas, pero también la práctica que revela la verdadera simplicidad que nos define.
"El ‘Conócete a ti mismo’ (γνῶθι σαυτὸν) se dirige a aquellos que, debido a la multitud de sí mismos, tienen como tarea enumerarse a sí mismos (διαριθμεῖν ἑαυτοὺς) e indagar, pues no saben —en su totalidad o en absoluto— cuántos y de qué clase son, ni tampoco qué gobierna ni qué son ellos mismos."
Plotino - En.6.7.41


23.03.202521:56
«Yo no veo en el catolicismo, como en ninguna otra religión, sino su grande, imprescindible e insustituible utilidad social; el aporte que pueda dar —dentro de los estrictos límites de sus funciones sociales— a la obra de reconstrucción nacional, sin exponer su prestigio a los embates de las luchas políticas».
—Laureano Vallenilla Lanz, Notas sobre religión
—Laureano Vallenilla Lanz, Notas sobre religión


21.02.202516:15
«Los comunistas quieren que su opinión política se convierta en la realidad mexicana. Los sinarquistas no opinan sobre México porque saben que México no es opinión ni cosa opinable, sino realidad que se impone, depósito sagrado de experiencias y verdades. Aman a México tal como es, tal como lo hemos heredado, tal como lo pensaron nuestros antepasados».
—Jesús Guisa y Azevedo
—Jesús Guisa y Azevedo


16.02.202518:02
«Los únicos grandes entre los hombres son el poeta, el sacerdote y el soldado; el hombre que canta, el que bendice, el hombre que sacrifica y se sacrifica. El resto está hecho para el látigo».
–Charles Baudelaire
–Charles Baudelaire


11.02.202519:21
«¿Qué hay de más sagrado que la morada de cada hombre? Allí está el altar; allí brilla el fuego sagrado; allí están las cosas santas y la religión».
—Cicerón | Pro domo, XLI.
—Cicerón | Pro domo, XLI.


16.04.202504:32
«El Nuevo Testamento puede ser considerado como una tentativa de responder a todos los caínes del mundo, suavizando la figura de Dios y suscitando un intercesor entre Él y el hombre. Cristo ha venido a resolver dos problemas principales: el mal y la muerte. Ni el mal ni la muerte son ya absolutamente imputables, puesto que Él está desgarrado y muere. La noche del Gólgota no tiene tanta importancia en la historia de los hombres sino porque en esas tinieblas la divinidad, abandonando ostensiblemente sus privilegios tradicionales, vivió hasta el fin, incluyendo la desesperación, la angustia, la muerte».
—Alberto Camus.
—Alberto Camus.
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Huparxis



06.04.202521:03
Proclo, abriendo Elementos de Teología, nos dice: "Todo conjunto participa de algún modo en la Unidad" (Πᾶν πλῆθος μετέχει πῃ τοῦ ἑνός). ¿Qué significa esto? Que si un conjunto de varias cosas no participase de lo Uno, ni el conjunto ni siquiera sus partes serían un conjunto o una parte, sino que cada parte sería una multiplicidad indeterminada.
Esto llevaría a una regresión infinita, y dado que es imposible que algo esté compuesto por una infinitud de infinitos o por partes que no sean nada por no ser unas partes, se concluye que toda multiplicidad debe participar en lo Uno.
El Uno es en número Primero (πρῶτος ἀριθμός) que permea todo lo que es una cosa, condición para serla. Este es el principio no-dual también presente en otras tradiciones (advaita o advaya en el sanātana dharma y majjhimā patipadā respectivamente), número medida antecedente a cualquiera de las existencias, cuyos números provienen de este Primero, "numerando tanto los números como las cosas numeradas." dirá Plotino en En. VI.6.15.
Esto llevaría a una regresión infinita, y dado que es imposible que algo esté compuesto por una infinitud de infinitos o por partes que no sean nada por no ser unas partes, se concluye que toda multiplicidad debe participar en lo Uno.
El Uno es en número Primero (πρῶτος ἀριθμός) que permea todo lo que es una cosa, condición para serla. Este es el principio no-dual también presente en otras tradiciones (advaita o advaya en el sanātana dharma y majjhimā patipadā respectivamente), número medida antecedente a cualquiera de las existencias, cuyos números provienen de este Primero, "numerando tanto los números como las cosas numeradas." dirá Plotino en En. VI.6.15.
26.02.202519:29
«[...] no hay tontería mayor que una sabiduría inoportuna, así tampoco hay nada más imprudente que una prudencia mal entendida. Obra muy mal quien no se acomode al tiempo y las circunstancias, quien no quiera adaptarse a los usos de la gente que va por la calle, ni desee acordarse siquiera de aquella conocida máxima de los convites —o bebe, o vete— y pretenda que la comedia ya no sea una comedia. En cambio, es de personas prudentes, puesto que somos mortales, no querer ser ni un poco más sabios de lo que nos ha caído en suerte y, compenetrados con la muchedumbre entera de los mortales, hacer con gusto la vista gorda, o equivocarse con toda cortesía. “Pero eso precisamente —me dirán— es obrar como necios”. No seré yo quien lo niegue, con tal que ellos, a su vez, reconozcan que en eso consiste representar la comedia de la vida».
—Erasmo de Rotterdam | Elogio a la Locura o Encomio a la Estulticia, cap. XXIX.
—Erasmo de Rotterdam | Elogio a la Locura o Encomio a la Estulticia, cap. XXIX.


21.02.202502:42
«Decididamente he superado el sencillo punto de vista de las «ciencias experimentales», reducidas a su manera y a su positivismo, que, no obstante, me encantaba otro tiempo y me satisfacía completamente. No lo encuentro ya suficientemente bello. Es curioso esto de los físicos con su manera desdeñosa de creer que sólo ellos tienen el sentido justo de los verdadero. ¿No hay, por ventura, tanto de verdadero en la poesía y el transporte del alma?».
—Ernest Renan, Nouveaux cahiers de jeunesse
—Ernest Renan, Nouveaux cahiers de jeunesse
16.02.202517:10
«Fijémonos en el judío real que anda por el mundo; no como hace Bauer en el judío sabático, sino en el judío cotidiano (Alltagsjuden). No busquemos el misterio del judío en su religión; busquemos el misterio de su religión en el judío real». ¹
—Karl Marx | La Cuestión Judía.
¹. Este texto inicia la etapa filosófico-económica de Marx. La crítica religiosa se torna de política en económica, como hemos visto, pero en ambas la estrategia argumentativa es la misma: tomar la misma creencia religiosa auténtica (al menos para Marx), contra la falsa conciencia del creyente.
—Enrique Dussel | Las Metáforas Teológicas de Marx.
—Karl Marx | La Cuestión Judía.
¹. Este texto inicia la etapa filosófico-económica de Marx. La crítica religiosa se torna de política en económica, como hemos visto, pero en ambas la estrategia argumentativa es la misma: tomar la misma creencia religiosa auténtica (al menos para Marx), contra la falsa conciencia del creyente.
—Enrique Dussel | Las Metáforas Teológicas de Marx.


11.02.202500:50
«Creer en Dios no es creer en Dios, es no poder no creer en Él».
—Nicolás Gómez Dávila.
🎨: Cristo abrazando a San Bernardo, por Francisco Ribalta.
—Nicolás Gómez Dávila.
🎨: Cristo abrazando a San Bernardo, por Francisco Ribalta.


15.04.202501:46
«El único cristiano auténtico fue Cristo y murió en la cruz —murió verdaderamente. Su presencia, su espíritu, se ha perdido. Doble holocausto de Cristo: éste hombre murió para divinizarse —en Él los hombres que lo mataron, y que cada día lo matan de nuevo, han matado a Dios. La iglesia cristiana ha ritualizado judaicamente la muerte de Dios en lugar de comprenderla y de hacer eternamente presente éste drama. Cristo es “una realidad eterna, un símbolo psicológico más allá del tiempo”. Fue sin pecado porque estaba verdaderamente purificado de todo resentimiento; de una infinita inocencia, intentó abolir la distancia entre Él y la existencia profunda. Resucita en todos los que asumen el drama del hombre y buscan la relación del individuo con la existencia».
—Friedrich Nietzsche.
—Friedrich Nietzsche.


02.04.202519:22
«Creo que el Génesis tiene razón, en cuanto que cada paso hacia una conciencia más alta constituye una especie de culpa prometeica; por el conocimiento, en efecto, se comete en cierta medida un robo del fuego divino, es decir, algo que era propiedad de las fuerzas inconscientes es arrancado de su conexión natural y sometido al arbitrio de la conciencia. El hombre que ha usurpado el nuevo conocimiento, empero, sufre una modificación o ampliación de la conciencia, que se vuelve así semejante a la del prójimo. Ese hombre se ha elevado por sobre lo humano de su tiempo (“será como Dios”), pero también por eso se ha alejado de la humanidad. El tormento de esta soledad es la venganza de lo dioses: él ya no puede volver entre los hombres. Está, como dice el mito, encadenado a las solitarias cimas del Cáucaso, abandonado por dioses y hombres.»
—C. G. Jung | Las Relaciones Entre el Yo y el Inconsciente.
—C. G. Jung | Las Relaciones Entre el Yo y el Inconsciente.
25.02.202519:52
[...] «¿Pero cómo tengo que explicar ahora la esencia general de la proposición? Podemos decir sin duda: todo lo que es (o no es) el caso puede ser figurado mediante una proposición. ¡Pero tenemos ahí la expresión «ser el caso»! No deja de ser exactamente igual de enigmática.
La contrapartida de la proposición debe ser buscada en los objetos.
Sólo puedo nombrar los objetos. Los signos los representan».
«Sólo puedo hablar de ellos, no puedo expresarlos.
“¿Pero no podría haber algo imposible de ser expresado mediante una proposición (y que no fuera tampoco un objeto)?” Sería algo inexpresable mediante el lenguaje, claro es; y no nos resulta posible preguntar por ello.
¿Qué tal si hubiera algo más allá de los hechos? ¿Que nuestras proposiciones no pudieran expresar? Pero he ahí que tenemos, por ejemplo, las cosas, y no sentimos ninguna apetencia de expresarlas en proposiciones.
Lo inexpresable es cosa que no expresamos—. ¿Y cómo vamos a preguntar si resulta expresable
¿No hay ámbito alguno más allá de los hechos?».
—Ludwig Wittgenstein | Cuadernos: Diario filosófico 1914-1915.
La contrapartida de la proposición debe ser buscada en los objetos.
Sólo puedo nombrar los objetos. Los signos los representan».
«Sólo puedo hablar de ellos, no puedo expresarlos.
“¿Pero no podría haber algo imposible de ser expresado mediante una proposición (y que no fuera tampoco un objeto)?” Sería algo inexpresable mediante el lenguaje, claro es; y no nos resulta posible preguntar por ello.
¿Qué tal si hubiera algo más allá de los hechos? ¿Que nuestras proposiciones no pudieran expresar? Pero he ahí que tenemos, por ejemplo, las cosas, y no sentimos ninguna apetencia de expresarlas en proposiciones.
Lo inexpresable es cosa que no expresamos—. ¿Y cómo vamos a preguntar si resulta expresable
AQUELLO
que no se puede EXPRESAR
?¿No hay ámbito alguno más allá de los hechos?».
—Ludwig Wittgenstein | Cuadernos: Diario filosófico 1914-1915.
20.02.202503:03
«[...] podemos deducir que para Marx el ateísmo no es un momento esencial del socialismo, muy por el contrario, ya que en 1844 lo consideraba superado, y vemos que el Marx "definitivo", algo antes de su muerte, lo rechaza frontalmente como un error político. ¿Qué diría hoy Marx ante un 'tercer mundo', Asia, África y América Latina donde los pueblos son sujetos de una profunda religiosidad ancestral? Ciertamente sería mucho más prudente y político que muchos aprendices a revolucionarios estalinistas que alejaron a las masas del marxismo por un ateísmo jacobino y burgués».
—Enrique Dussel | Las Metáforas Teológicas de Marx.
—Enrique Dussel | Las Metáforas Teológicas de Marx.
14.02.202515:38
«Pero ya me parece oír a los filósofos increpándome. “Lo lamentable —me dicen— es precisamente eso: ser prisionero de la Necedad, errar, ser engañado, vivir en la ignorancia”. Muy al contrario: eso es ser hombre. No veo por qué llaman lamentable a eso, desde el momento en que así habéis nacido vosotros, así habéis sido educados, así formados, y tal es la suerte común a todos.
En efecto, nada es lamentable, si forma parte de la propia especie, a no ser que alguien pueda opinar que el hombre es digno de compasión porque no puede volar como las aves, ni avanzar a cuatro patas como otras clases de animales, ni está armado de cuernos al modo de los toros. Pero quien tal dijese habría de llamar infeliz al caballo, por muy bello que fuera, pues ni sabe gramática ni come pasteles; el toro de ser inútil para la gimnasia. Y así, del mismo modo que un caballo desconocedor de la gramática no es desgraciado, tampoco un hombre necio es infeliz, puesto que eso está intimamente ligado a su naturaleza.
He aquí que de nuevo me asaltan esos ingeniosos forjadores de palabras. ”El conocimiento de las ciencias —me dicen— es una peculiaridad concedida al hombre, para que, con su ayuda, pueda compensar mediante el ingenio lo que la Naturaleza le ha dado de menos. ¡Como si tuviera alguna verosimilitud que la Naturaleza —que en el caso de los mosquitos, e incluso de las hierbas y las florecillas, ha puesto tantos desvelos y solicitud— sólo en el caso del hombre hubiese dormitado, de modo que a éste le fuesen necesarias las ciencias! Éstas fueron inventadas por Thoth ¹, aquella divinidad hostil al género humano, para una total perdición del hombre y resultan tan inútiles para la felicidad, que son nocivas incluso a aquel fin para el que se dice que fueron realmente creadas, según arguye sagazmente —en los escritos de Platón— aquel rey tan avisado ², hablando de la invención de las letras.
Así pues, los conocimientos científicos se introdujeron subrepticiamente junto con las restantes calamidades de la vida humana y nacieron de los mismos autores de los que provienen todas las desgracias del hombre, esto es de los demonios, que es como decir los δαήμονες, ο sea «los que saben».
Lo cierto es que aquella sencilla gente de la Edad de Oro vivía inerme de todo conocimiento científico, con sólo la guía de la naturaleza y del instinto. Pues, ¿para qué necesitaban la gramática, al tener todos una misma lengua y si no se pretendía con las palabras otra cosa que entenderse unos a otros? ¿Qué utilidad hubiera tenido la dialéctica, cuando no había ningún enfrentamiento de opiniones opuestas entre sí? ¿Qué lugar habría tenido la retórica, cuando nadie se ocupaba de los asuntos ajenos? ¿A qué finalidad se habría destinado la jurisprudencia, cuando se desconocían las malas costumbres, de las cuales, sin duda, han nacido las buenas leyes? En fin, eran demasiado religiosos para escudriñar, con impía curiosidad, los arcanos de la naturaleza, las dimensiones de los astros, sus movimientos e influencias, así como las causas remotas de los fenómenos, pues estaban convencidos de que se cometía una irreverencia si un hombre mortal intentaba saber más allá de lo que le ha señalado el destino. Ni siquiera les pasaba por la cabeza la locura de preguntarse qué podía haber aparte del cielo.
Mas, al desvanecerse paulatinamente la pureza de la Edad de Oro, en primer lugar los espíritus del mal inventaron las artes, pero en escaso número y aun éstas llegaban a pocas gentes. Luego, la superstición de los caldeos y la ociosa frivolidad de los griegos aportaron otros mil conocimientos, puro tormento de los espíritus, hasta el punto de que la Gramática sola, por ejemplo, es de sobra suficiente para el continuo suplicio de una vida».
—Erasmo de Rotterdam, teólogo y prebístero | Elogio a Locura o Encomio a la Estulticia, cap. XXXII.
¹ Dios egipcio, al que Platón (Fedro), atribuye la invención de los números, del cálculo, de las letras.
² El rey tebano Thamus (Platón, Fedro).
En efecto, nada es lamentable, si forma parte de la propia especie, a no ser que alguien pueda opinar que el hombre es digno de compasión porque no puede volar como las aves, ni avanzar a cuatro patas como otras clases de animales, ni está armado de cuernos al modo de los toros. Pero quien tal dijese habría de llamar infeliz al caballo, por muy bello que fuera, pues ni sabe gramática ni come pasteles; el toro de ser inútil para la gimnasia. Y así, del mismo modo que un caballo desconocedor de la gramática no es desgraciado, tampoco un hombre necio es infeliz, puesto que eso está intimamente ligado a su naturaleza.
He aquí que de nuevo me asaltan esos ingeniosos forjadores de palabras. ”El conocimiento de las ciencias —me dicen— es una peculiaridad concedida al hombre, para que, con su ayuda, pueda compensar mediante el ingenio lo que la Naturaleza le ha dado de menos. ¡Como si tuviera alguna verosimilitud que la Naturaleza —que en el caso de los mosquitos, e incluso de las hierbas y las florecillas, ha puesto tantos desvelos y solicitud— sólo en el caso del hombre hubiese dormitado, de modo que a éste le fuesen necesarias las ciencias! Éstas fueron inventadas por Thoth ¹, aquella divinidad hostil al género humano, para una total perdición del hombre y resultan tan inútiles para la felicidad, que son nocivas incluso a aquel fin para el que se dice que fueron realmente creadas, según arguye sagazmente —en los escritos de Platón— aquel rey tan avisado ², hablando de la invención de las letras.
Así pues, los conocimientos científicos se introdujeron subrepticiamente junto con las restantes calamidades de la vida humana y nacieron de los mismos autores de los que provienen todas las desgracias del hombre, esto es de los demonios, que es como decir los δαήμονες, ο sea «los que saben».
Lo cierto es que aquella sencilla gente de la Edad de Oro vivía inerme de todo conocimiento científico, con sólo la guía de la naturaleza y del instinto. Pues, ¿para qué necesitaban la gramática, al tener todos una misma lengua y si no se pretendía con las palabras otra cosa que entenderse unos a otros? ¿Qué utilidad hubiera tenido la dialéctica, cuando no había ningún enfrentamiento de opiniones opuestas entre sí? ¿Qué lugar habría tenido la retórica, cuando nadie se ocupaba de los asuntos ajenos? ¿A qué finalidad se habría destinado la jurisprudencia, cuando se desconocían las malas costumbres, de las cuales, sin duda, han nacido las buenas leyes? En fin, eran demasiado religiosos para escudriñar, con impía curiosidad, los arcanos de la naturaleza, las dimensiones de los astros, sus movimientos e influencias, así como las causas remotas de los fenómenos, pues estaban convencidos de que se cometía una irreverencia si un hombre mortal intentaba saber más allá de lo que le ha señalado el destino. Ni siquiera les pasaba por la cabeza la locura de preguntarse qué podía haber aparte del cielo.
Mas, al desvanecerse paulatinamente la pureza de la Edad de Oro, en primer lugar los espíritus del mal inventaron las artes, pero en escaso número y aun éstas llegaban a pocas gentes. Luego, la superstición de los caldeos y la ociosa frivolidad de los griegos aportaron otros mil conocimientos, puro tormento de los espíritus, hasta el punto de que la Gramática sola, por ejemplo, es de sobra suficiente para el continuo suplicio de una vida».
—Erasmo de Rotterdam, teólogo y prebístero | Elogio a Locura o Encomio a la Estulticia, cap. XXXII.
¹ Dios egipcio, al que Platón (Fedro), atribuye la invención de los números, del cálculo, de las letras.
² El rey tebano Thamus (Platón, Fedro).


10.02.202518:35
Larario de la Casa de los Vettii en Pompeya.
08.04.202517:00
En la Posmodernidad se hace "inteligentes" a las máquinas, no así con el humano, pues la inteligencia ha pasado a ser un estorbo para el hombre, y sus pasiones cuasi patológicas las convirtió en ideales, en sus nuevos «daimones» —según el concepto platónico—, en una especie de nuevos 'dioses'; ciertamente el politeísmo ha regresado en el zeitgeist de la Posmodernidad, propiamente es así como regresa.
El «hombre que piensa» (homo sapiens), el "hombre inteligente", ha cedido su inteligencia y razón a la máquina y, así, a su vez, se aliena de su capacidad creadora derivada del Lenguaje. Y ahora el humano no se encamina a ser el sujeto de inteligencia, sino que ahora es la herramienta de la máquina, y el más sensible a esto no tiene muchas opciones a dónde refugiarse sino sólo a la dopamina que produce la enorme industria farmacéutica o la empresa inhumana del narcotráfico, y ya no se sabe qué es peor: si los alienados que producen la realidad secularizada, injustamente sangrienta e inhumana del capital globalizador, o los alienados de la realidad y escindidos frenéticamente, utopistas y dogmáticos del relativismo, que tratan de salvar el 'bien común' por medio de un egoísmo y orgullo ("pride") individualista, pues la ingenuidad consecuente de un estado dopado es incapaz de crear soluciones contundentes.
Muchas veces, entre más se niega uno como ser humano posmoderno más se hace evidente cuanto lo es. Negación de la negación.
—Katoxos.
El «hombre que piensa» (homo sapiens), el "hombre inteligente", ha cedido su inteligencia y razón a la máquina y, así, a su vez, se aliena de su capacidad creadora derivada del Lenguaje. Y ahora el humano no se encamina a ser el sujeto de inteligencia, sino que ahora es la herramienta de la máquina, y el más sensible a esto no tiene muchas opciones a dónde refugiarse sino sólo a la dopamina que produce la enorme industria farmacéutica o la empresa inhumana del narcotráfico, y ya no se sabe qué es peor: si los alienados que producen la realidad secularizada, injustamente sangrienta e inhumana del capital globalizador, o los alienados de la realidad y escindidos frenéticamente, utopistas y dogmáticos del relativismo, que tratan de salvar el 'bien común' por medio de un egoísmo y orgullo ("pride") individualista, pues la ingenuidad consecuente de un estado dopado es incapaz de crear soluciones contundentes.
Muchas veces, entre más se niega uno como ser humano posmoderno más se hace evidente cuanto lo es. Negación de la negación.
—Katoxos.


28.03.202502:45
«Lo que no hay que dejar decir a ningún poeta es que aquellos a quienes Dios castiga son desdichados; digan en buen hora que los malvados son dignos de compasión porque necesitan ser castigados, y que las penas que Dios les manda son un bien para ellos. Mas cuando en presencia nuestra se diga que Dios, que es bueno, ha causado daño a alguien, nos opondremos a ello con todas nuestras fuerzas, si queremos que nuestra república esté bien ordenada, y no permitiremos que ni los viejos ni a los jóvenes que digan u oigan semejantes frases, sea en verso, sea en prosa, porque son injuriosas para Dios, perjudiciales para el Estado, y porque se destruyen a sí mismas».
—[Socrátes] Platón | La República, Libro II.
—[Socrátes] Platón | La República, Libro II.


21.02.202521:00
«El derecho natural racional de Locke a Rousseau y de Pufendorf a Kant ha ignorado, casi por completo, la enorme importancia que tienen esas dos imponentes conexiones de hechos que son la sociedad y la historia, y, por tal motivo, atribuyó al hombre primitivo, inventor consciente del Estado, ciertas cualidades que son exclusivas del hombre que vive en sociedad y que sólo adquiere gracias a ésta y a una larga historia».
—Hermann Heller | Teoría del Estado.
—Hermann Heller | Teoría del Estado.


19.02.202516:57
«El mero hecho de vivir, por sí solo, no significa nada. Vivir lisa y llanamente es no conferir profundidad alguna a los actos de la vida. Sólo cuando se vive como si la vida fuera un bien que pudiéramos sacrificar en cualquier momento, sólo entonces, cesaría de ser una banalidad y una evidencia».
–Emil Cioran
–Emil Cioran
13.02.202501:40
«De lo inútiles que son los filósofos para todas las cosas de la vida, puede servir de ejemplo Socrates mismo, juzgado, aunque muy mal, como un sabio excepcional por el oráculo de Apolo, pero que, al intentar hablar en público de no sé qué cuestión, tuvo que abandonar su empeño entre el risoteo general de todos los circunstantes. Es cierto que este hombre demostró no carecer en todo de sentido común, pues rechazó el calificativo de sabio, atribuyéndoselo en cambio a la divinidad y, además, es su opinión que el sabio debe abstenerse de la política; mejor hubiera hecho enseñando que le conviene mantenerse apartado de la sabiduría, a aquel que quiera ser admitido entre los hombres como uno de ellos. Por otra parte, ¿qué le obligó a beber la cicuta, luego que se lanzaran acusaciones contra él, sino la sabiduría? Mientras filosofaba acerca de nubes e ideas, mientras medía los pasos de una pulga, mientras admiraba la voz del mosquito ¹, no aprendió lo que interesa para la vida corriente».
—Erasmo de Rotterdam, teólogo y prebístero | Elogio a la Locura o Encomio a la Estulticia, cap. XXIV.
¹ Alusión a la sátira de Sócrates realizada por Aristófanes en «Las nubes».
—Erasmo de Rotterdam, teólogo y prebístero | Elogio a la Locura o Encomio a la Estulticia, cap. XXIV.
¹ Alusión a la sátira de Sócrates realizada por Aristófanes en «Las nubes».


08.02.202518:05
«Agranda la puerta, Padre, porque no puedo pasar. La hiciste para los niños, yo he crecido, a mi pesar. Si no me agrandas la puerta, achícame, por piedad; vuélveme a la edad aquella en que vivir es soñar».
—Don Miguel de Unamuno.
—Don Miguel de Unamuno.
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