1898, el año del desastre.
🇺🇸Un barco USA destroza a cañonazos al Antonio López, un moderno y rápido buque mercante español que acude a Puerto Rico.
Un tripulante del Antonio López, se ata la bandera del barco a la cintura antes de echarse al agua para intentar ganar tierra a nado, llega gravemente herido a la orilla.
Muere en brazos de uno fe los puertorriqueños que acuden a ayudar a los náufragos. «Que no la agarren», suplica el marinero mientras muere, señalando la bandera.
El puertorriqueño cumple su palabra, e llama Rocaforte y era de padres gallegos. La guarda en casa años y, pasado el tiempo, piensa en unas monjas.
Atendían un hospital y permanecieron allí tras la salida de España y la apropiación de la isla por los EE.UU.
Rocaforte les confía la bandera.
Desde entonces, Adoptaron la costumbre cuando entraba o salía de San Juan un barco español, hacer ondear en la galería, en vez de pañuelos, la vieja bandera del barco perdido. Todavía lo hacen, un siglo después.