Buda, Victor Hugo, Walt Disney... referentes para una Cosmovisión.
Junto a Schopenhauer, Nietzsche, Wagner, Knut Hamsun, Melvine, Mussolini, Wolfgang von Eschembach, D'Annuncio, SantaTeresa de Jesús, San Juan de la Cruz, Manrique, Garcilaso, Ezra Pound, Mishima, Gracián, Lope o Quevedo y Cristo. Zorrilla, Bequer y Calderón. Con Marco Aurelio, Seneca, Platón, Virgilio, Hesiodo, Epicteto, Julio César y Aristóteles. Lartéguy, Ezquerra, Romualdi y El Cid.
Y von Salomón, Saint-Loup, Degrelle, Venner, de Benoist, Jünger, Novalis, La Rochefocault, Shakespeare, Hölderlin, Papini, Ontiveros, Pierre Vial, Camús o Chamberlain. Savitri Devi, Bochaca, Chesterton, Sthendal, Konrand Lorenz, Le Bon, Martín Fierro, Delibes, Felix Rodriguez de la Fuente, Thoreau, San Agustín y Santo Tomas, Michel Houellebecq, Cromwel, Norling, Mercedes Fornica o Leopoldo Panero. Y Cervantes.
Y, cómo no, junto a Streicher, Sombart, Ramiro Ledesma, Rosemberg, Honsik, Mota, Bau, Massana, Rivanera Carles, Spengler, Mark Twain, Bàrdeche, Garcia Serrano, Sorel, Soral, D. H. Lawrence, Céline, Gavinet, Woodhouse, Gentile, Dalí, de la Cuadra Salcedo, Gertrud Scholtz-Klink, las HJ, los Arditi, Garibaldi, la BDM, las S.A. y la S.S., C. S. Lewis, Basterra, Montero Díaz, Urrutia, Jerez Riesco, Manolete, Goethe, Dante, Unamuno, Gasset, Voltaire, Kinau, e incluso Bukowski. Y Thiriart, Jack Marshall y Massimo Morselo con Gentile, Pio Baroja, Unamuno y Millán Astray.
Y Llimona, Ávalos, Clará, Infiesta, Breker, Thorak, Einbeck, Wolfgang Willrich, Waterhouse, David, Karl Storch, Leni Riefenstahl y Sepp Hilz.
Y Arturo Fernandez, Hergè, Clint Eastwood, Mel Gibson, Lina Morgan, Lopez Vazquez, Bajo Ulloa, Luís Demetrio, Carmen Sevilla, Nino Bravo, ¡Triana y Sophia Loren!, Alain Delon y Briguitte Bardot, Rafaela Aparicio y El Fary. Los Chipiritiflauticos, La bola de cristal y La Clave, de Balbín. Fernandez de la Mora, Serrano Suñer, El loco de la colina y el 1,2,3.
Sin una Cosmovisión un pueblo, el hombre, no puede encontrar su verdadero camino. Sin encontrar un sentido a la vida, envuelto en un halo de ideas, tradición y estirpe, que te arropa, te habla del pasado y te instruye para un futuro común y un objetivo, el hombre pasa a ser solo un ciudadano interesado en estar y no en ser.
Y si no eres, si solo estás, no te diferencias mucho de un mono, una ameba o un asno, interesado exclusivamente en tu estómago y tu bragueta. Títere de modas y del pensamiento dictado, obediente y fervoroso pasas sin dejar huella. Sin conectar a los que fueron y los que serán, porque cortaste tu Cordón Dorado, no eres más que un eslabón perdido, sin pasado ni futuro. Eres un zombi. En resumen, eres un hombre posmoderno.
Los que preferimos el dolor a la nada, te despreciamos.
A.MARTÍN