Hoy, 21 de abril del 2025, Lunes de Pascua, falleció el Papa Francisco.
Siempre a los sucesores del Pescador los han odiado incontables hombres. Y esto no sería nada extraño de suyo, porque es el destino de la Iglesia misma ser odiada por el mundo y su príncipe Satanás. Lo extraño y retorcido es que hayan almas supuestamente católicas que, en nombre de la Sagrada Tradición (contra la cual el pontificado de Francisco, objetivamente, ha tendido a ser adverso) o por cualquier otro motivo, se alegren de la muerte de un Romano Pontífice y no recen por su alma. No obró así el santo David, siendo cazado por Saúl como la ortodoxia es perseguida por los malos clérigos:
Aunque me instigaron a que te matara, me he compadecido de ti, diciéndome: No extenderé mi mano contra mi señor, porque es el ungido de Yahvé. Padre mío, mira, sí, mira en mi mano la orla de tu manto. Si yo al cortar la orla de tu manto no te he matado, podrás reconocer y ver que en mí no hay maldad ni rebeldía, y que no he pecado contra ti; y sin embargo tú estás cazando mi vida para quitármela. ¡Juzgue Yahvé entre mí y ti, y sea Yahvé quien me vengue de ti!, mas yo no levantaré mi mano contra ti. De los malos viene la maldad, dice un antiguo proverbio, pero yo no levantaré mi mano contra ti.
~ 1 Samuel 24:11-14
David le preguntó: “¿De dónde vienes?” “He podido escapar del campamento de Israel”, contestó él. David le dijo: “¿Qué ha sucedido? Cuéntamelo.” A lo que respondió: “Huyó el pueblo de la batalla, y muchos del pueblo han caído y perecieron; también Saúl y su hijo Jonatán han sido muertos.” [...] Entonces asió David sus vestidos y los rasgó, haciendo lo mismo todos cuantos estaban con él. E hicieron duelo y lloraron, ayunando hasta la tarde, por Saúl y por Jonatán, su hijo.
~ 2 Samuel 1:3-4. 11-12
Dice la nota de Monseñor Straubinger al segundo de estos pasajes citados: «Las personas consagradas han de ser respetadas, a causa de su unción, aunque personalmente sean indignas». Por eso mismo, en éste canal no podemos dejar de pedir por el alma de Francisco, Romano Pontífice número 266 desde San Pedro.
Concédele, Señor, el descanso eterno. Y brille para él la luz eterna. Descanse en paz. Amén.