"Nadie ha perfeccionado tanto el sistema capitalista, como los banqueros judíos, Rothschild, etc. Y nadie lo ha condenado con más acerbidad que los economistas judíos, Marx, etc. El judío es conservador y es revolucionario. Conserva con tenacidad sus instituciones, pero tiende a destruir las de los otros. Es patriota, como ningún otro pueblo, y al mismo tiempo fácil para abandonar la patria. Se le encuentra en todas partes, pero no es asimilado por ninguna. Y la razón es simple: la patria real del judío moderno, no es la vieja Palestina; es todo el mundo, que un día u otro espera ver sometido al cetro de un rey de la sangre de David, que será el Anticristo. Tal esperanza de un pueblo escaso y disperso, parecía ridícula, si no fuera un dogma de su religión, una promesa de Dios, por la boca de los profetas que le hablan desde hace miles de años, en las sinagogas."
-Hugo Wast, "Kahal Oro"