🇻🇦| Robert Sarah, una vida marcada por la caridad, la fe y la resistencia frente al comunismo.
Robert Sarah nació en 1945 en Ourous, un pequeño pueblo de Guinea, en el seno de una familia profundamente católica. Su infancia transcurrió en una sociedad tradicional africana, marcada por la vida rural, la espiritualidad y la comunidad. Desde temprana edad, Sarah sintió el llamado del sacerdocio y fue enviado como seminarista a África y posteriormente a Europa.
En 1958, Guinea se convirtió en la primera colonia francesa del África subsahariana en independizarse, bajo el liderazgo de Ahmed Sékou Touré, que impuso un régimen marxista-leninista inspirado en el modelo soviético. La doctrina comunista penetró todos los aspectos de la vida guineana: expropiaciones, racionamientos, persecución de la fe cristiana, cierre de hospitales y escuelas católicas, represión contra sacerdotes y secuestro de religiosos.
El joven sacerdote Sarah, entonces uno de los pocos católicos ordenados del país, tuvo que ejercer su ministerio bajo constante vigilancia, sabiendo que cualquier palabra o gesto malinterpretado podía costarle la libertad o la vida. Pero a pesar de la represión comunista, Sarah no renunció a su fe y continuó predicando, visitando comunidades en secreto para ofrecer consuelo a los fieles.
En 1979, en un contexto aún marcado por la hostilidad del régimen, fue nombrado arzobispo de Conakry con solo 34 años, el más joven del mundo en ese momento. Desde entonces, su voz se convirtió en una referencia no solo para los católicos de Guinea, sino para todos aquellos que vivían bajo el yugo del comunismo.
«Viví bajo un régimen marxista. La Iglesia fue perseguida. No quiero que nadie más viva eso», dijo años después públicamente y en 2015, durante el Sínodo sobre la Familia, Sarah comparó la ideología comunista con una de las «dos bestias del Apocalipsis».
En sus obras, «Dios o nada» o «Se hace tarde y anochece», condena toda forma de marxismo, incluso el que se disfraza de compasión social y afirma que la justicia social sin Dios se convierte en una tiranía.