"Formuló las bases de un Centro Estudiantil, en el que habrían de reunirse los estudiantes católicos para cultivar:
su desarrollo físico, intelectual, moral religioso y social, hasta hacerlos verdaderos e instruidos ciudadanos, hombres morigerados y rectos, católicos prácticos y verdaderos apóstoles de su fe.
Para conseguir esto, en el centro se dictarían conferencias, con obligación para todos los socios de asistir a ellas, recomendándoseles, además, el trato frecuente con el padre director, con el fin de formarles un carácter firme y espíritu varonil.
Otras actividades propias del centro, cuando estuviese debidamente organizado, serían las de iniciar a sus miembros en el arte difícil y necesario del periodismo, la oratoria y la propaganda al servicio de la patria, de acuerdo con la disposición y gusto de cada quien; y para que no hubiera duda alguna respecto a sus principios, el centro llevaría el nombre de católico".