MEDITACIÓN 3° SEMANA CUARESMA: ENTENDER LO QUE SE AMA
PARA PODER cumplir la Ley de Dios con amor, conviene saber por qué hacemos esas cosas. Es verdad que podemos amar algo aunque no lo comprendamos del todo porque, en ese caso, nos fiamos de quien nos lo dice: el Señor, nuestros padres, alguien en quien confiamos… Pero el amor auténtico busca siempre entender mejor, y el amor crece en la medida en que profundizamos en sus causas. Si hacemos las cosas sin comprender por qué, es fácil que acabemos limitándonos a un cumplimiento externo, sin interiorizar las razones para hacerlo, y sin identificarnos con ello. Así, podemos acabar olvidando fácilmente que aquello lo hacíamos por el Señor, y se nos puede convertir en algo pesado o sin sentido. «Ten cuidado y guárdate bien de olvidar las cosas que han visto tus ojos y que no se aparten de tu corazón mientras vivas –dice la Sagrada Escritura–; cuéntaselas a tus hijos y a tus nietos» (Dt 4,1.5-9).
Algunas veces comprenderemos las cosas precisamente a través de la obediencia, cuando esa obediencia nace del deseo de identificarnos con lo que Dios quiere. Este milagro se da sobre todo en la oración, donde el Señor nos ayuda a conformar nuestro querer con el suyo, gracias a las luces, afectos e inspiraciones que derrama en nuestras almas. Y junto a la oración, un medio indispensable es el estudio, en particular de la Sagrada Escritura y del Catecismo de la Iglesia Católica. Se trata de tesoros inagotables en los que podemos profundizar siempre más, y donde encontraremos cada vez luces nuevas para llenar de sentido todo lo que hacemos, y para dar razón a quien nos lo pida. Santa María tuvo también que esforzarse por entender. Por eso meditaba frecuentemente las cosas en su corazón (cfr. Lc 1,29; 2,19.51), preguntaba lo que no entendía (cfr. Lc 1,34; 2,48) y buscaba la orientación de quien la pudiera ayudar (cfr. Lc 1,39). Ella puede enseñarnos a ser, así, verdaderamente libres.