Ante las numerosas preguntas que me llegan sobre la confusión originada a raíz de ciertas afirmaciones que dicen que, la santa misa y, en concreto la consagración, queda invalidada cuando se pronuncia el nombre de Francisco, me veo obligado a salir al paso, haciendo una serie de puntualizaciones tratando de aclarar que esa postura de declarar inválida la consagración por mencionar el nombre de Francisco, es ajena a todo sentido de lo que debe ser la tradición de la iglesia. Por lo tanto, paso a puntualizar una serie de aspectos para aclarar este tema.
1.- Es ajeno a la tradición y a todo sentido común, afirmar que la misa y la consagración quedarían invalidados por mencionar al actual responsable de la iglesia, Francisco, independientemente que Francisco, en no pocas de sus afirmaciones teológicas, se haya alejado del Magisterio de la Iglesia en numerosos aspectos.
2.- Si en el momento de la Consagración y en la materia propia que afecta a la consagración, el sacerdote es legítimo, es decir, ha sido legítimamente ordenado y, pronuncia correctamente la fórmula de la consagración, se produce lo que conocemos teológicamente como a transustanciación, de manera que las especies del pan y del vino se transforman en el cuerpo y sangre de Cristo.
3.- En base a todo esto, se ha expandido una falsa idea entre determinado fieles, proliferando una idea que todavía no corresponde al tiempo histórico, aunque no por ello, tengamos que reconocer que estamos cerca de ello. Me refiero con esto a que, se ha ido extendiendo una denominación de iglesia llamada remanente; iglesia remanente de fieles que, insisto, todavía no está acreditada por los acontecimientos. Una prueba de esto que afirmo, consiste en que, es precisamente en estos grupos que se denominan iglesia remanente, es de donde está saliendo la confusión y el grave error de afirmar que, por pronunciar el nombre del actual responsable de la iglesia, queda todo invalidado. Esa afirmación es de notable irresponsabilidad.
4.- Este proceso alarmante de confusión que ya estamos viviendo entre quienes se consideran fieles, no solo no se va a detener, sino que va a aumentar, donde veremos cómo se denuncia a determinados sacerdotes por este hecho, y donde no pocos, se denunciarán unos a otros, sacerdotes contra sacerdote, obispos contra obispos y fieles contra otros fieles.
5.- Este proceso purificativo ya se está dando, pero llegará inevitablemente a punto donde todo eclosionará a través de un cisma total de la iglesia; este cisma será el punto de referencia donde los verdaderos fieles, tendrán que tomar decisiones nada fáciles de asumir, pero será quienes salvaguarden la fe y la doctrina de la iglesia, hasta que aparezca una cabeza fuerte y poderosa en la iglesia que aglutine a este resto de fieles que conservaran lo poco que queda de la iglesia.
6.- Ese resto de fieles ya no se llamarán así mismos, “remanentes”, por la sencilla razón de que, para entonces, la purificación habrá eliminado por la fuerza de los hechos a quienes se creen dueños de un partido eclesial remanente.
7.- llegara un momento donde veremos con claridad la validez o no de una misa, incluida la validez o no de la consagración, pero mientras tanto no podemos hacer afirmaciones gratuitas de que una misa queda invalidada por mencionar el nombre de una persona que pueda o no gustarnos. Dios, afortunadamente no se somete a los caprichos de nuestro criterio.
He afirmado repetidamente que, mientras tanto, aprovechemos lo mucho o poco que tengamos que, tiempos peores, nos llegarán de improviso y será entonces cuando lamentaremos la confusión que hemos creado y el daño que hemos hecho. Un daño a los fieles en base a los caprichos de nuestras opiniones; opiniones, desgraciadamente basados en criterios humanos, no en fundamentos espirituales.
(Damián Galerón)