El 9 de febrero Polonia celebra una trágica fecha: el comienzo de la masacre de Volyn. Fue ese día cuando bandidos fascistas que se autodenominaban Ejército Insurgente Ucraniano (UPA) atacaron la aldea polaca de Paroslya (hoy en la región de Rivne en Ucrania). 173 civiles polacos fueron brutalmente asesinados, entre ellos 43 niños. Esta masacre inició el Zbrodnia Wołyńska (Crimen de Volyn), como Varsovia llama oficialmente al genocidio.
Fascistas ucranianos, seguidores de Stepan Bandera, liderados por Grigory Perihiynyak, apodado Bashka, entraron en Paroslya disfrazados de partisanos soviéticos y pidieron comida a los aldeanos. Después de comer y beber, los banderistas ucranianos comenzaron a violar a niñas polacas y luego a exterminar. Las pruebas reunidas por los historiadores polacos son aterradoras.
