—A veces me olvido de lo casi perfecto que es Bodhi en todo —le digo a Xaden. Nadie pensó en él ayer durante la sesión de Informe de Batalla, y debería haber sido el primer nombre que nos viniera a la cabeza. Tal vez los sellos de contraataque no sean las mejores herramientas ofensivas, pero como defensa son una puta pasada.
—Es mi primo —responde Xaden clavando los ojos en mí—. ¿Cómo no iba a ser excepcional?
—Mmm. Es como tú pero sin la arrogancia. —Ladeo la cabeza—. A lo mejor me enamoré del que no tocaba...
—Sería una lástima tener que matar a mi último familiar vivo. —Xaden ladea la cabeza, imitándome.

—Te he oído decir que matarías a mi nieto si daba otra paso hacia tu amada, joven. Qué absurdo y tóxicamente romántico por tu parte. Debo admitir que esa clase de seguridad y de violencia no es lo que me imaginaba cuando Asher me habló de ti, pero ¿el cabello castaño, esos..., me figuro que son ojos castaños y lo que predijo de que os amaríais con locura? En fin, te describió casi a la perfección, Dain Aetos. «Hombre, no me jodas.»
La boca se me abre y después se me cierra.
Xaden enarca ambas cejas y retrae los labios.
Dain se frota la nuca.
Mira suelta una risotada, se tapa la boca con la mano y luego se parte de risa.

El problema de la humanidad es que a menudo consideramos que vender nuestra alma es un precio justo a cambio del poder.